viernes, 12 de octubre de 2012

“Ganamos con dignidad”

Celebran las comunidades, pero le ven la costura política a la decisión 

Arturo Massol, de Casa Pueblo, saluda al ingeniero José Ortiz, presidente de la Junta de Gobierno de la AEE, en la conferencia de prensa en que se anunció la cancelación del proyecto. Observa el ingeniero Josué Colón, director de la AEE. (juan.martinez@gfrmedia.com)


Aunque celebraron lo que a todas luces parece ser el fin del gasoducto, líderes de las comunidades opuestas a la obra tomaron ayer con suspicacia el anuncio de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), pues lo ven como una movida política de cara a las elecciones generales del 6 de noviembre.

Su reticencia se fundamenta en los reversazos del gobernador Luis Fortuño en cuanto a la construcción de proyectos que requieran tuberías para transportar gas natural.

En el 2008 -más o menos para esta misma fecha-, Fortuño se expresó en contra de los gasoductos, particularmente del Gasoducto del Sur. No obstante, tras ganar las elecciones e instalarse en La Fortaleza, propuso erigir la denominada Vía Verde.

“Tenemos que recordar que hace cuatro años, cuando estábamos en estas mismas condiciones, él (Fortuño) dijo que de ser electo iba a descartar todos los gasoductos. A la larga vimos que no cumplió su promesa. 

Lamentablemente, la costura se le vio y es difícil creerle ahora”, manifestó Yanina Moreno, del Frente Amplio contra el Gasoducto.

“El gasto al erario ya se hizo y los amigotes del gobernador se hicieron ricos con este proyecto”, agregó.

En términos similares se expresó Gustavo Casalduc, del Comité Utuadeño contra el Gasoducto, quien destacó el “daño emocional” que el gasoducto les causó a decenas de familias.

Casalduc se refirió a los más de 100 casos de expropiaciones -parciales o totales- que requirió el proyecto y que recientemente fueron revertidos por la propia AEE.

“El sufrimiento de esas familias no se puede revertir. Sabemos que el Gobierno está haciendo esto con un propósito electoral. Mientras Luis Fortuño esté en el poder, hay un peligro inminente para el pueblo con este tema del gasoducto”, dijo el líder comunitario.

En tanto, Juan Camacho, de Toabajeños contra el Gasoducto, le exigió al Estado -particularmente a la gerencia de la AEE- que se comprometa con las comunidades a someter estudios y garantizar participación a la hora de escoger el sustituto del gasoducto. Pidió, además, expresiones claras sobre las expropiaciones de la Vía Verde.

Camacho informó que su organización estaría radicando querellas ante el Colegio de Ingenieros y Agrimensores de Puerto Rico y otras entidades por los “procedimientos antiéticos y antiprofesionales” que demarcaron las relaciones contractuales del proyecto.

“Victoria que trasciende”

“Esta es una victoria que trasciende porque el proceso fue uno de educación y de aprendizaje para el pueblo. La victoria nos enseña que podemos transformar la realidad por más poderoso que sea el adversario”, afirmó Alexis Massol González, cofundador de Casa Pueblo, en Adjuntas.

“Otra lección es para el pueblo... Es lección de que tiene que contar con la democracia participativa. Este es el poder revocatorio que tiene el pueblo y hoy (ayer) tenemos un ejemplo”, añadió.

Mientras, Arturo Massol Deyá, también de Casa Pueblo, manifestó que, aunque el Gobierno gastó más de $50 millones en el gasoducto, la lucha comunitaria impidió que se perdiera mucho más dinero.

“Esta la ganamos con dignidad”, concluyó Massol Deyá.

Author: Gerardo E. Alvarado León
Fuente:  http://www.elnuevodia.com/ganamoscondignidad-1361928.html

Más vivos que nunca

Naniki Reyes Ocasio honra cada día a sus ancestros taínos
Naniki Reyes Ocasio busca preservar un legado prácticamente borrado de la historia oficial. ( david.villafane@gfrmedia.com)

Orocovis (BORIKEN/PUERTO RICO) - Naniki Reyes Ocasio no necesita una prueba de sangre para saber quién es, ni tiene por qué dudar de las historias que le contaron sus antepasados.


Por eso, cada vez que honra a sus ancestros taínos, lo hace convencida de que muchos sobrevivieron al “genocidio español” y, de alguna manera, están “más vivos que nunca” en la tradición, los genes y la conciencia de la gente de Borikén.

“A los taínos nos invisibilizan y nos mofan porque han convencido al pueblo de que no existimos”, sostiene la artesana y sanadora de 65 años que vive frente a una montaña en forma de cemí en lo más recóndito de Orocovis. Allí, desde hace ya 19 años, estableció un centro para la enseñanza de las tradiciones taínas llamado Caney del Quinto Mundo.

Naniki -cuyo nombre significa espíritu o ser activo- juega con su larga trenza mientras cuenta que fue su abuela paterna, quien nació en 1879 y vivió casi 120 años, quien sembró en ella principios indígenas como la disposición al servicio colectivo, el mantener la casa abierta para todos y el respeto a la madre tierra.

“Cuando yo le preguntaba, ‘abuela, ¿cómo tú te criaste?', me hablaba de los conucos, de los areitos de las siembras. Usaba palabras que yo nunca había escuchado”, recuerda sobre la mujer que le enseñó a sembrar, cosechar y amar la tierra en un campo adentro de Canóvanas.

Sin embargo, fue en Estados Unidos donde Naniki comenzó a identificarse plenamente como indígena y donde se inició en la lucha para que se reconociera la existencia del pueblo taíno.

Eso fue mucho antes de que el genetista Juan Martínez Cruzado -en un estudio sobre las migraciones precolombinas que analizó el ADN contenido en la mitocondria de las células de 800 puertorriqueños- encontrara que los antepasados boricuas por vía materna son en un 61.1% indígenas, lo que para muchos valida la tesis del historiador Juan Manuel Delgado de que los taínos sobrevivieron escondiéndose en los montes más tupidos, donde transmitieron sus genes y sus tradiciones, incluyendo la oral.

“Yo no tengo que hacerme una prueba de sangre para saber quién soy”, riposta Naniki, quien ha llevado su lucha a foros internacionales como la Organización de Estados Americanos y quien, en reconocimiento a su sabiduría, es considerada una “anciana o abuela” dentro las comunidades indígenas.

Fue como parte de esa lucha que, en 2005, entró junto a otros defensores del legado taíno al Centro Ceremonial Caguana en Utuado para denunciar la falta de reconocimiento a sus derechos indígenas, entre los que destaca que el gobierno debe respetar las tumbas de sus ancestros y permitirles coadministrar los lugares considerados sagrados. Allí estuvo en huelga de hambre por 16 días hasta que fue sacada en medio de un operativo policial y acusada de usurpación en los tribunales.

“Cuántas osamentas más necesitan para satisfacer su curiosidad científica. No ven que cuando los desentierran para experimentar con sus huesos y roban sus objetos sagrados para llevarlos a un museo, les interrumpen la paz espiritual de su entierro. Eso duele, a mí me duele profundamente cuando interrumpen la jornada de uno de nuestros ancestros”, sostiene a punto de estallar en lágrimas.

Naniki -quien gusta de caminar descalza por su casa llena de altares, caracoles, piedras, higueras, maracas, vasijas de barro y otros objetos provenientes de la naturaleza- sueña con establecer un cementerio taíno en las tierras de su caney. Por lo pronto, sirve de guardiana de las cenizas de cinco miembros de su grupo indígena. Cuando muera, quiere que la entierren “sin nada, quizá con una frazadita”, para integrarse de lleno a la madre tierra.

Cuando se le pregunta cuántos taínos se cree que existen en la Isla, reconoce que es muy difícil saberlo, pero 19,839 ciudadanos se identificaron solo como indígenas americanos en el censo del 2010, lo que pudiese evidenciar que está creciendo la conciencia sobre nuestros antepasados. “Y si solo hubiese uno, lo importante es que existe y que hay que reconocer y respetar su existencia”.

Autor:  Lilliam Irizarry
Fuente: Especial para El Nuevo Día
http://www.elnuevodia.com/masvivosquenunca-1361789.html