En los medios de comunicación se ha estado discutiendo recientemente las terribles implicaciones que representa para la arqueología el nefasto proyecto de ley 1649 en la Cámara y 880 en el Senado. En pro de un concepto ficticio de progreso y desarrollo, este proyecto propone eliminar la efectividad práctica de las leyes 112 de 1988 y 10 de 1987 que crean los Consejos de Arqueología Terrestre y Arqueología Subacuática respectivamente y que han protegido nuestro patrimonio arqueológico por los últimos 30 años. De esta manera nos quita a nosotros, los ciudadanos, el derecho de conservar y proteger nuestro patrimonio cultural, según ha reconocido la UNESCO.
Ya se ha discutido en repetidas ocasiones las implicaciones de esta situación para Puerto Rico. Sin embargo, es necesario recordar que nuestra isla no es un pedazo de tierra perdido en el Mar Caribe, solo, sin recursos naturales, como nos querían hacer creer los libros de historia de mediados del siglo pasado. Gracias a los esfuerzos de arqueólogos y arqueólogas, tanto puertorriqueños como del otras partes del Caribe, hemos descubierto que nuestra isla ha estado sumergida en los complejos procesos sociales y culturales que han ocurrido en el área pan-caribeña desde hace miles de años: desde el comienzo mismo de las primeras ocupaciones humanas en nuestra isla. Este hecho nos une al resto del Caribe, más allá de las fronteras políticas modernas y ha forjado nuestra cultura y nuestro ser caribeño.
Al hacer peligrar el patrimonio arqueológico de Puerto Rico, los proyectos de ley 1649 y 880 ponen en riesgo el patrimonio de todo el Caribe y America Latina. Arqueólogos de alto calibre a nivel internacional han alzado su voz de protesta en preocupación por el peligro que presenta esta ley. Desde Cuba un total de diez arqueólogos, en representación del grupo web Cuba Arqueológica, firmaron una carta dirigida a Norma Burgos recordándole que el patrimonio de Puerto Rico es Patrimonio Cultural Antillano y que todo latinoamericano tiene el compromiso de defender las conquistas que se han logrado alcanzar con el esfuerzo y tesón de los que nos precedieron.
También desde Cuba, el Vicecordinador del Grupo Cubano de Investigaciones del Arte Rupestre subraya que, en lugar de hacer peligrar el patrimonio cultural, es un deber de todos trabajar por el cumplimiento de las leyes de que lo protegen e inculcar en la sociedad moderna el sentimiento de pertenencia para con el pasado de nuestros pueblos. Desde Curaçao, la Directora del National Archaeological Anthropological Memory Management también ha levantado su voz de alerta recordando que “las historias de nuestros pueblos antillanos están entrelazadas de manera intensa en muchos aspectos y en muchos momentos concretos de nuestro desarrollo cultural regional, desde las etapas más antiguas del poblamiento indígena, hasta los periodos históricos más recientes de la región. Con su vida y sudor, nuestros ancestros forjaron a lo largo de cientos y miles de años esa cultura que ahora llamamos caribeña, esa cultura tan distintiva que nos diferencia, a pesar de nuestra gran diversidad, de cualquier otra región del Mundo.”
Si nuestras leyes han inspirado al resto del Caribe, y en especial a Curaçao, a incluir el patrimonio cultural en las leyes de ordenación y planificación, ¿por qué queremos de un plumazo descartarlas? Es responsabilidad de nuestra legislatura asegurar la protección de nuestro patrimonio, el cual es una pieza central dentro del rompecabezas que conforma el Caribe. El futuro y el desarrollo de Puerto Rico dependen de ello, ya que no puede trascender quien no conoce su origen.
Autor: Isabel C. Rivera Collazo, Candidata doctoral del Instituto de Arqueología de University College London
Fuente: RADIO UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO
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