SANTO DOMINGO.-La Asamblea Nacional
Ambiental -ANA-, y el Espeleogrupo de Santo Domingo presentó al
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, un informe
sobre la importancia rupestre de la Cueva o Abrigo de La Majagüita, en
Loma Miranda, la que, afirma, posee muestras significativas de
representaciones de las deidades más conspicuas de los grupos aborígenes
que habitaron la zona.
Ambas organizaciones aseguran que las
artes rupestres que se encuentran en esa cavidad están asociadas a la
lluvia, las tormentas, los huracanes, las inundaciones y la agricultura,
las cuales permitieron identificar las creencias de la mitología taína.
Explican
que el informe presentado al PNUD "supone una razón más para evitar la
explotación minera en Loma Miranda e incluirla dentro del Sistema
Nacional de Aéreas Protegidas, esta vez con una razón cultural de alto
valor arqueológico".
En los párrafos siguientes, el informe
íntegro presentado al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
-PNUD-sobre el interés cultural de la cueva de "La Majagüita", río
Jagüey, en Loma Miranda
Introducción:
Los
grupos aborígenes que habitaron las islas del Caribe tuvieron sus
deidades a las que rendían culto regular, y a las que representaban
físicamente en determinados sitios, atendiendo a la asociación de estos
sitios con determinados fenómenos.
Por lo regular, para estas
representaciones recurrían a accidentes naturales de gran permanencia o
inamovilidad, como son las cavernas, cuevas, abrigos o grandes rocas,
las que en ocasiones daban forma a espacios de especial ubicación o
atractivo, convirtiéndose así en espacios mágicos o de fuerte
convergencia energética.
Estos
espacios devenían en ser lugares para la práctica ritual peticionaria o
convocante de las energías que, según sus tradiciones y mitología,
determinaban el curso de los fenómenos naturales, tales como las
lluvias, los huracanes, las tormentas, las inundaciones, las sequías y
los terremotos.
De gran importancia para el estudio de las
culturas amerindias han resultado estos sitios arqueológicos y
rupestres, diseminados por todo el territorio de la República
Dominicana, indicando con ello la gran población que existía en nuestra
isla a la llegada de los europeos finalizando el Siglo XV.
Gracias
a la presencia de estos sitios y sus expresiones rupestres, sean en
pinturas (pictografías) o en grabados (petroglifos), se mantiene un
seguimiento de la información cultural indígena y se elabora un mapa
para la interpretación del uso dado a los recursos naturales de estas
primeras culturas caribeñas.
Por
esa labor de seguimiento es que se hace tan necesaria e importante la
conservación de los sitios rupestres localizados, lo que incluye,
naturalmente y en gran medida, la conservación y estudio del área de
Loma Miranda y de sus accidentes naturales, principalmente de sus
fuentes de agua y las zonas llanas que fueron utilizadas para el
asentamiento de los pueblos aborígenes que habitaron esta zona.
Descripción de la cavidad de "La Majagüita"
Se
trata de un espacio determinado por la presencia de dos grandes bloques
de caliza, conformando un abrigo de 12 metros cuadrados y 2.40 metros
en su punto más alto, en tanto que su punto más bajo es de 0.40
centímetros.
Es abundante la vegetación que rodea esta cavidad,
destacándose las altas especies nativas como "cigua prieta (Licaria
triandra), mara (Calophyllum calaba) y cabirma (Guarea guidonia)".
También son abundantes las especies arbustivas como el jengibre
cimarrón (Renealmia occidentalis); pringramosa (Tragia volubilis);
grayumbro (o yagrumo, DAC), (Cecropia schreberiana); Aniceto (Lulania
ekmanii); palo de vaca (Bauhinia monandra) y timacle (Chiococca alba)".
(Portorreal y Tavárez, 2011).
Geográficamente,
la ubicación de este sitio o estación rupestre es Lat. N. 19º, 6´,
38.722", y Long. W. 70º, 28´, 59.32". En coordenadas UTM su ubicación es
(19Q) 0343989 y 2113744.
El mayor número de petroglifos se
encuentra grabado en la roca que delimita el abrigo hacia el oeste,
mientras que otros petroglifos aparecen en una roca más pequeña de 1.50
metros de largo por 0.40 metros de espesor.
Otro petroglifo, de
bastante realce, ubicación, esmero en su terminación y especialización
funcional, aparece en la roca mayor, que es la que sirve de "techo"
inclinado a la cavidad.
El piso del abrigo está compuesto por una
acumulación de derrubios y restos de limo, depositado en el interior
por las pequeñas corrientes ocasionales que bajan junto a la cavidad
para caer en el río Jagüey, que corre unos metros 22 metros más abajo en
época de estiaje.
Descripción de las manifestaciones rupestres
Un conjunto de 16 (dieciséis) petroglifos aparecen grabados en el sitio rupestre de la Cueva o Abrigo de "La Majagüita".
Al
llegar al sitio, la primera figura que se destaca es humana y de un
abultadísimo abdomen con una depresión en el centro. Se encuentra
colocada en la parte más alta de la roca que le sirve de soporte. La
numeraremos Figura No. 1 (uno).
La
figura que le sigue en notoriedad física, también humana, se presenta
de cuerpo entero, con los brazos acodados hacia arriba y hechos con
doble trazado. La pierna derecha recta y la izquierda trazando un
arabesco o greca hacia dentro. De la cabeza salen formas, no
necesariamente orejas, sino algún tipo de tocado. La numeraremos Figura
No. 2 (dos).
Otra
figura humana, colocada junto a la Figura No. 2, se presenta con doble
surco definiendo la cabeza, la boca muy abierta y dos surcos oblicuos
que atraviesan toda la cara y cabeza a partir de la parte superior de
las fosas nasales. La numeraremos Figura No. 3 (tres).
Dos
figuras antropomorfas similares entre sí, poco separadas, pero de tamaño
diferente, aparecen entre la Figura No. 1 y la Figura No. 3, muy
visibles las cabezas, pero no tanto sus respectivos cuerpos. Se
encuentra más arriba de la Figura 3, pero más bajo que la Figura 1. Las
numeraremos Figura No. 4 (cuatro) a la más grande, y Figura No. 5
(cinco) a la más pequeña.
Una
figura antropomorfa, de cuerpo entero, colocada debajo de la Figura No.
3, con sus brazos hechos en doble trazado y definiendo curvas (no
ángulos) hacia arriba. En las "manos" parece sostener objetos
esferoidales. La numeraremos como Figura No. 6 (seis).
Una figura
antropomorfa, solo notable por la presencia de la cabeza, muy poco
pronunciados ojos, boca y el resto del cuerpo. La numeraremos como
Figura No. 7 (siete).
Una figura antropomorfa, notable por los
surcos que salen de sus ojos hacia abajo, un poco oblicuamente. Presenta
grandes orejas, aunque no colocadas a la misma altura. Piernas cortas y
brazos un poco más largos que las piernas realizadas en trazos simples
bien definidos. La numeraremos como Figura No. 8 (ocho).
Figura
antropomorfa, muy diminuta, cabeza presentando ojos entrecerrados, no
presenta el resto del cuerpo. La numeraremos como Figura No. 9 (nueve).
Figura
antropomorfa, con cabeza de redondez casi perfecta, el cuerpo definido
por un surco vertical. La numeraremos No. 10 (diez).
Conjunto
de trazos rectos y muy finos, colocados a la derecha de la Figura No.
10. Numeraremos este conjunto de trazos o rayaduras como Figura No. 11
(once).
Segundo conjunto de trazos rectos y muy finos, definiendo
un hexágono irregular no cerrado y conteniendo en su interior una
imagen circular poco visible. Lo numeraremos como Figura No. 12 (doce).
Colocado
en la roca más grande y que sirve de techo inclinado, en solitario,
haciendo frente a las demás figuras, se encuentra un petroglifo muy bien
definido, en altorrelieve, de grandes ojos y bien definido espacio
bucal, relevando además la dentadura. La numeraremos como Figura No. 13
(trece).
Colocado en la roca más baja se encuentra un petroglifo
bien definido por surcos en las partes inferior y lateral derecha, al
que numeraremos como Figura No. 14 (catorce).
Separados de la
Figura No. 14 por dos profundos surcos, y colocados del lado abajo de
ésta, se encuentran dos pequeños petroglifos. Uno con ojos y boca bien
definidos, a la que numeraremos Figura No. 15 (quince), y otro más
pequeño que la Figura No. 15, solamente con ojos, que numeraremos como
Figura No. 16 (dieciséis).
Posibles causas de la presencia de estos petroglifos
Evidentemente
no pasaba desapercibida para nuestros aborígenes la fuerza de los
vientos que, viniendo del este (vientos alisios), ascendían por el cauce
del Río Jagüey elevándose -a veces estruendosamente- desde la zona
llana del Valle de la Vega Real hasta las alturas de las montañas que
les recibían cargados de humedad.
Tampoco pasaba desapercibido
para ellos la respuesta de las montañas, que al recibir tales descargas
de humedad las devolvían en pequeñas y grandes corrientes organizadas
cañada abajo por el mismo río Jagüey.
Para nuestros aborígenes
estaba suficientemente claro que esas aguas, organizadas corriente
abajo, eran altamente provechosas para sus siembras en las llanuras que
comenzaban inmediatamente abandonaba el río las faldas de Loma Miranda.
Todos
esos "fenómenos" y elementos: el viento, las nubes, las lluvias, el
cauce, las piedras, el rio, la llanura, la tierra, la vegetación, sus
siembras y sus cosechas estaban íntimamente vinculadas a las voluntades
de las deidades en las que creían.
En atención a esas creencias,
nuestros grupos aborígenes tenían localizados esos sitios de
convergencia energética donde podían comunicarse con ellos en caso de la
falta o exceso de alguno de esos "fenómenos" y elementos.
Y es
esa la razón de la presencia en la Cueva o Abrigo de "La Majagüita" de
16 petroglifos representantes de esos "fenómenos" y elementos. Esto hace
de este sitio uno de los lugares de reuniones propiciatorias más
notables de esta región, comparable con lugares como la "Cueva del
Ultimo Cielo", en la zona de nacimiento del río Yuna; con la "Cueva de
la Piedra Letrada", la "Cueva de la Cañada de los Huesos", todas con
petroglifos asociados a la producción de agua de las provincias La Vega y
Monseñor Nouel.
Deidades en la Cueva o Abrigo de "La Majagüita"
En
atención a las investigaciones realizadas en el Caribe, relacionadas
con la identidad y propósito de los diferentes dioses de los grupos
aborígenes que habitaron nuestras islas, tenemos las opiniones de
diferentes estudiosos a lo largo de muchos años, comenzando naturalmente
con el propio Cristóbal Colón, que en una de sus cartas sobre el
"descubrimiento" menciona que "igualmente la mayor parte de los caciques
tienen tres piedras a las cuales ellos y su gente tienen gran devoción.
La una dicen que es buena para los cereales y las legumbres que han
sembrado; la otra para parir las mujeres sin dolor, y la tercera para el
agua y el sol cuando ha menester".
Colón había designado a un
fraile para que obtuviera información sobre las costumbres de nuestros
aborígenes, Fray Ramón Pané, y se debe a él la mayor cantidad de
información respecto tanto a las creencias como a los nombres de las
deidades veneradas por nuestros tainos.
Fray Ramón Pané enumera
en el primer capítulo de su "Relación Acerca de las Antigüedades de los
Indios", como tituló a su obra, una parte de estas deidades: "Cada uno,
al adorar los ídolos que tienen en casa, llamados por ellos cemíes,
observa un particular modo y superstición. Creen que está en el cielo y
es inmortal, y que nadie puede verlo, y que tiene madre, más no tiene
principio, y a éste llaman Yúcahu Bagua Maórocoti, y a su madre llaman
Atabey, Yermao, Guacar, Apito y Zuimaco, que son cinco nombres".
La
Figura No. 1. José Juan Arrom, en su obra "Mitología y Artes
Prehispánicas de las Antillas", se refiere al primer nombre de ésta:
Atabey, y llama la atención sobre el trabajo del americanista Daniel G.
Brinton, "a quien se debe la magistral monografía que relacionó la
lengua taína con la arahuaca". Y es en ese trabajo de Brinton que se
determina que el significado de Atabey es "Madre de las Aguas", y es
ésta la que aparece en primer término y colocación superior en la cueva o
Abrigo de La Majagüita, y que es la Figura No. 1 que presentamos aquí,
con su vientre abultado (característica de la maternidad) y con una
depresión en el centro, Atabey, la "Madre de las Aguas".
La
Figura No. 2, con los brazos en doble trazo, representando fuerza y
poder, no está completamente identificada, pero es posible que esté
asociada o represente a Guabancex.
Fray Ramón Pané, al referirse a
Guabancex, la identifica así: "El cual cemí es mujer, y dicen que hay
otros dos en su compañía; el uno es pregonero y el otro recogedor y
gobernador de las aguas". En esta cavidad de Loma Miranda aparecen
estas dos figuras que están colocadas entre ella (Guabancex) y la figura
de Atabey: las figuras Nos. 4 y 5, que representarían a Guataubá y a
Coatrisquie.
La Figura No. 4 aparece con la boca bien abierta
(Guataubá pregonero?), a diferencia de la Figura No. 5, que no presenta
boca visible.
Atendiendo al resumen y la definición hechos por
Robiou Lamarche, Guataubá era el cemí "encargado de pregonar y ordenar a
otros cemíes a producir mucho viento y lluvia. En compañía de Guabancex
y Coatrisquie formaba la tríada de cemíes que producían las tormentas
destructivas, los huracanes; una posible manifestación encolerizada de
Atabey".
La Figura No. 3 nos sugiere ser Márohu. Veamos su
caracterización. Según Fray Ramón Pané, al referirse por primera vez a
Márohu, dice: "Y en dicha cueva (Iguanaboina) había dos cemíes, hechos
de piedra, pequeños, del tamaño de medio brazo, con las manos atadas, y
parecía que sudaban. Los cuales cemíes estimaban mucho; y cuando no
llovía, dicen entraban allí a visitarlos y en seguida llovía. Y de
dichos cemíes, al uno le llamaban Boinayel y al otro Márohu".
La
interpretación hacia su identificación realizada por José Juan Arrom a
partir de análisis lingüísticos, llega a la siguiente conclusión: "El
nombre del primer gemelo, Boinayel, de acuerdo con lo que ya se sabe,
significa ´Hijo-de-Boina´, la Serpiente Parda. El nombre del otro
gemelo, Márohu, es fácilmente analizable como ´Sin Nubes´, o traducido
con mayor libertad, Espíritu del Tiempo Despejado. Y de ahí que el Señor
del Buen Tiempo y su gemelo el Señor de la Lluvia se venerasen juntos
en la Gruta de la Iguana y la Serpiente Parda".
Tenemos entonces a
Boinayel, Señor de la Lluvia, y a Marohu, Señor del Buen Tiempo.
Boinayel, quizás la deidad más representada en cuevas y otros sitios
rupestres, está claramente identificado por presentar dos profundos
canales verticales a partir de sus ojos, por donde corrían sus lágrimas a
transformarse en lluvia. O como dice Arrom, "Y las gotas de agua que al
deslizarse por la faz de los dioses se convertirían en lágrimas serían,
por magia imitativa, presagio y promesa de las que habían de caer sobre
las sedientas cosechas".
Sebastián Robiou Lamarche define a
Máhoru de la siguiente manera: "Espíritu del Tiempo Despejado... Formaba
parte del triunvirato regidor del balance climatológico. Vinculado a lo
solar, al tiempo despejado, el cual producía cuando le desataban las
manos".
En esta Cueva o Abrigo de La Majagüita tenemos bien
identificado a Boinayel (Figura No. 8), cuya característica principal
son las acanaladuras verticales que salen de sus ojos. Y en oposición a
esta característica, a Márohu, similar a Boinayel por ser su gemelo,
pero con las acanaladuras oblicuas, en sentido diferente, no salen de
sus ojos, por lo tanto no hace llover, hace el tiempo despejado y bueno.
Además, esta representación de Márohu exhibe doble trazo sobre su
cabeza, lo que puede estar significando al sol o al arcoíris, ambos
elementos indicadores de buen tiempo y cese de las lluvias.
La
Figura No. 6, colocada debajo de la Figura No. 3 (Máhoru) y junto a la
Figura No. 2 (¿Guabancex?), aparece con dos de las características de
ésta: brazos de doble trazado, representando fortaleza; y flexados hacia
arriba, pero en forma de curvas suaves, tal y como aparece Guabancex en
otras manifestaciones en las que suele representársele con un brazo
curvado hacia arriba y otro hacia abajo.
Pero además, en este
caso de la Cueva de "La Majagüita, en Loma Miranda, la Figura No. 6 es
parte del trazado de la Figura No. 2, de Guabancex, pues es parte de su
pierna derecha, extendida, y porta en sus manos objetos esferoidales,
probablemente representando rocas, de las que arrastran los ríos y que
se vuelven destructivas en las grandes crecidas. Recuérdese que esta
acción destructiva es la que resalta Fray Ramón Pané cuando al referirse
a Guabancex dice: "Y dicen que cuando Guabancex se encoleriza hace
mover el viento y el agua y echa por tierra casas y arranca los
arboles".
Lógico es deducir también la asociación de movimiento
de rocas rio abajo provocado por esta cólera de Guabancex, por lo que
resulta esta presencia de otra representación de la diosa o de un
ignorado demiurgo hasta ahora.
La Figura No. 13 nos luce como la
representación de Yúcahu Bagua Maórocoti, hijo de Atabey, "que está en
el cielo y es inmortal, y que nadie puede verlo, y que tiene madre mas
no tiene principio...", según Fray Ramón Pané, también identificado como
Yucahuguamá, el mismo que habló con el cacique Caícihu, advirtiéndole
de la futura llegada de los españoles, "... una gente vestida, que los
habría de dominar y matar, y que se morirían de hambre".
A juicio
de José Juan Arrom, la evidencia reunida en resumen de la búsqueda tras
la identificación de Yúcahu Bagua Maórocoti y Yucahuguamá, permite
"traducirse libremente por ´Espíritu de la Yuca y del Mar´, ´Ser sin
Antecesor Masculino´ y Señor Yucador".
La imagen de Yucahuguamá
que aparece en esta cavidad es la representación plana de la que aparece
tridimensionalmente en algunos trigonolitos, típicos soportes
mobiliarios de tres puntas, "y que creen que hacen nacer la yuca", como
indica Pané.
Es lógico entonces que en un sitio donde nace el
agua que va a regar las llanuras donde va a producirse yuca, aparezca
esta representación de uno de los dioses más representativos de la
imaginería, iconografía y mitología tainas, junto además con todo un
resto de deidades responsables de esa producción de agua.
Las
Figuras Nos. 7, 9, 10, 14, 15 y 16, todas antropomorfas, no presentan
detalles que puedan ser útiles para identificarlas con las descripciones
hechas por los cronistas de indias o los investigadores posteriores.
En
cuanto a las Figuras Nos. 11 y 12, producidas por el rayado con un
instrumento filoso, probablemente alguna punta de sílex, no puede
abundarse mucho. De todas formas, la Figura No. 12, que define un
hexágono irregular, y que presenta en su interior una imagen circular
apenas visible, pudiera ser la representación de una guanara, encierro
al que se conducían personas enfermas para que sanaran.
Es
posible que la propia Cueva o Abrigo de "La Majagüita" haya sido
utilizada como guanara en algún momento, y que la representación que
aparece en ella haya sido parte de algún ritual de propósito curativo
para la persona depositada en su interior.
Conclusión
Vista
la importancia natural, espiritual y económica que tuvo este sitio para
los habitantes de la zona pertenecientes a la cultura taína, y
probablemente para poblaciones pertenecientes a culturas anteriores a la
taína, se plantea la hipótesis de que algunos lugares planos de la Loma
Miranda y de otras elevaciones circundantes, estuvieron poblados tanto
por cultivadores de yuca y otros rubros, así como por personal
especializado en el contacto espiritual (behiques y sus familias) con
las deidades representadas en la cueva bajo estudio y conservación.
Los
materiales de estudio rupestre localizados en la Cueva o Abrigo de "La
Majagüita" han de convertirse en referente importante para los estudios
de arte rupestre indígena, principalmente Taíno e Igneri, tanto en las
Repúblicas Dominicana y de Haití, como en las demás islas de Las
Antillas
Pocas veces hemos encontrado conjuntos rupestres
aborígenes grabados sobre roca tan precisa en su representación y tan
identificada con el entorno y con lo que significaron para sus autores.
Estos
elementos culturales localizados en Loma Miranda deben servir para
garantizar la protección e inalterabilidad tanto del espacio estudiado
como de sus contornos.
Aunque el suelo de la cavidad fue
ligeramente alterado, creemos que es obligatorio realizar excavaciones
en esta cueva tras la localización de otras evidencias arqueológicas
asociadas a las manifestaciones rupestres reportadas. De manera que como
estuvieron involucrados en el informe preparado para la Xstrata
Nicquel, sería conveniente que le dieran seguimiento y realizaran algún
sondeo en la cavidad.
DOMINGO ABREU COLLADO, arqueólogo, espeleólogo, ambientalista
DANIEL DUVAL, fotógrafo, estudioso de arte rupestre
FRANCISCO RESTITUYO, alcalde de La Piedra, Acapulco (Guía)
ASAMBLEA NACIONAL AMBIENTAL -ANA-, Inc.
Fuente: http://diariolibre.com.do/destacada/2013/03/13/i374978_cueva-majaguita-loma-miranda-posee-arte-rupestre-los-tainos.html