El producto que exporta Martha Bowen se cultiva en forma limpia sobre tierras sanas sin fertilizantes ni fungicidas, al lado de otras plantas, lo que permite la supervivencia de las aves migratorias.
El café, ciento por ciento arábigo, lo cultivan 250 familias indígenas en la Sierra Nevada de Santa Marta bajo la sombra de árboles nativos y es el único café colombiano certificado como orgánico con el sello Fair Trade Rainforest Alliance. Esta certificación, según Martha Bowen, es la más completa, porque cuida la tierra, los animales, el buen trato a los cultivadores y permite que el café se cotice mejor.
La filosofía de Latin Organics es jamás talar un árbol. "Si siembran al lado de los árboles no llegará la roya; la misma naturaleza tiene la respuesta a todo. Los humanos no tenemos derecho a cortar árboles. Somos huéspedes temporales del planeta", dice.
Bowen ofrece con orgullo este café en Canadá. Ahora busca expandirse con otros productos como panela, chocolate y más café de los indígenas kankuamos, que habitan cerca de Valledupar, así como de otro grupo de Inza (Cauca), hacia los Emiratos Árabes, donde 109 inversionistas le confirmaron su interés en llevarlos.
En el 2009 tendrá la primera tienda propia en Canadá y en el 2010, en los Emiratos Árabes. Ya está presente en British Columbia, el oeste canadiense, en las tiendas IGA y Capers. Hace dos semanas firmó el contrato con la cadena de supermercados Safeway, una de las más importantes, que le permitirá estar en todos los puntos de Canadá.
Latin Organics vende más de 30.000 libras al mes. Este año proyecta comprarles a los indígenas dos contenedores, cada uno con 250 sacos de 75 kilos cada uno. Y en el 2009 espera duplicar la cifra.
Cuenta con 10 empleados en Canadá, cinco directos. 250 familias trabajan en empaques, material de mercadeo y objetos publicitarios.
Bowen nació en Valledupar, es descendiente de irlandeses y fue educada en Estados Unidos, pero su vida parece un canto en homenaje a su abuelo, Jacob Moisés Luque García, dueño de la tienda La Nueva Paciencia.
Los Arhuacos bajaban a cambiarle hilazas para hacer sus mochilas, machetes y cinturones por café, frutas y verduras. Los evoca con sus atuendos blancos, firmes, sencillos y sabios, sentados en el andén esperando tranquilos. Para ella, fue lo más alucinante de su niñez. Más de 20 años después, volvió para continuar los negocios que el abuelo comenzó con los Arhuacos.
Estudió en Suiza administración hotelera con especialización en finanzas, se casó con el bogotano Frank Ramírez y vivió en Bogotá hasta cuando a él lo secuestraron y el Gaula lo liberó. Esto los empujó a irse con sus hijos a Canadá en los años 90.
Trabajó en la compañía norteamericana más importante de alimentos orgánicos de los Estados Unidos, que a su vez fue absorbida por la más grande del mundo, Whole Foods.
Latin Organics nació en el 2003. Llegar a los Arhuacos no fue fácil. Por años les envió mensajes para que le permitieran negociar con ellos, pero siempre la dejaban con mandos medios. Un día, su esposo la llamó desde el aeropuerto Eldorado de Bogotá a Vancouver para avisarle que había una comisión grande de indígenas que iban a las Naciones Unidas, en Nueva York.
Tomó el primer avión y encontró a las máximas cabezas de los Arhuacos. Los miró largamente hasta que al fin reunió el valor para acercarse. Ellos la escucharon, pero le dijeron que necesitaban la aprobación de su líder espiritual, el mamo Kuncha.
Fue invitada a la reserva natural donde habitan, un sitio sagrado en el Cesar que contiene un profundo silencio, donde el tiempo parece suspendido en medio de una vegetación virgen. Allí le transmitió al mamo Kuncha su pensamiento. Él aceptó hacer negocios con ella y selló su pacto con una pulsera tejida por las mujeres arhuacas que le daría protección en todas las adversidades y los caminos que recorriera.
"Los indígenas conocen cosas muy valiosas para la supervivencia humana que nosotros no entendemos, pero ellos tienen toda la sabiduría y la capacidad para volver a equilibrar el mundo -afirma-. Si los dejáramos hablar, tendrían mucho que decir".
Latin Organics tuesta su café en Canadá. Los nombres de sus cafés son Aluna, que para los Arhuacos significa la energía que creó todo y lo sostiene en su puesto; otro es El Mamo, porque son personas muy equilibradas y es tostado a bajas temperaturas por largo tiempo, con paciencia; Una Tierra, tostado en el menor tiempo, es el más claro, y Tomasa, por Tomás, Manuela y Sara, los tres hijos de Martha.
Su principal angustia es que la tierra está perdiendo a gran velocidad los nutrientes que la hacen apta para producir alimentos, "su densidad disminuye, se vuelve polvo. De seguir así pronto será gas ante la indiferencia de la humanidad", dice Bowen "Tenemos que dirigirnos hacia otra forma de hacer negocios, con la que ganemos menos pero invirtamos a futuro para nuestros hijos", sostiene.
"Mi sueño es que Colombia sea el productor número uno de alimentos orgánicos del planeta -dice-. Sería una revolución social y económica muy positiva, promoveríamos el retorno de los desplazados al campo".
Regresó a Vancouver a recibir dos contenedores de 250 sacos de café que salieron de Cartagena. Va llena de nuevas ilusiones, porque sabe que su sueño se está cumpliendo. Va, además, con una propuesta de la India, que quiere aplicar su modelo, pero, como diría el abuelo, con paciencia, pues para ella primero está Colombia.
Fuente: Portal Indigena.com